La cocaína: La nueva cara de la deforestación en América Central

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En 2006 México intensificó su estrategia de seguridad, formando un ambiente inhóspito para las organizaciones de tráfico de drogas (OTD’s) dentro de la nación. Los cárteles de la droga respondieron creando nuevas rutas comerciales a lo largo de la frontera con Guatemala y Honduras. Pronto los envíos de cocaína desde América del Sur comenzaron a fluir a través del Corredor Biológico Mesoamericano CBM. Esta franja multinacional de bosque, que abarca varios parques nacionales y áreas protegidas, fue creado originalmente para proteger a las especies en peligro de extinción, como el tapir de Baird (Tapirus bairdii) y el jaguar (Panthera onca), así como la segunda barrera coralina más grande del mundo. Hoy en día, su futuro depende de los productores y consumidores de drogas del mundo. Recientemente, un informe publicado en la revista Science por siete investigadores que trabajan en los bosques de América Central, examina los efectos de las políticas mexicanas sobre drogas en el CBM, instando a los responsables políticos para atacar la devastación ecológica como una consecuencia no deseada del énfasis sobre las políticas de reducción de la oferta de drogas. Destacan este desafortunado efecto secundario de la aplicación de la exitosa ley de México: la deforestación de áreas prístinas dentro de los países más pequeños como Honduras y Guatemala, no preparados para una afluencia de drogas.

En 2006 México intensificó su estrategia de seguridad, formando un ambiente inhóspito para las organizaciones de tráfico de drogas (OTD’s) dentro de la nación. Los cárteles de la droga respondieron creando nuevas rutas comerciales a lo largo de la frontera con Guatemala y Honduras.

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Pronto los envíos de cocaína desde América del Sur comenzaron a fluir a través del Corredor Biológico Mesoamericano CBM. Esta franja multinacional de bosque, que abarca varios parques nacionales y áreas protegidas, fue creado originalmente para proteger a las especies en peligro de extinción, como el tapir de Baird (Tapirus bairdii) y el jaguar (Panthera onca), así como la segunda barrera coralina más grande del mundo. Hoy en día, su futuro depende de los productores y consumidores de drogas del mundo.

Recientemente, un informe publicado en la revista Science por siete investigadores que trabajan en los bosques de América Central, examina los efectos de las políticas mexicanas sobre drogas en el CBM, instando a los responsables políticos para atacar la devastación ecológica como una consecuencia no deseada del énfasis sobre las políticas de reducción de la oferta de drogas. Destacan este desafortunado efecto secundario de la aplicación de la exitosa ley de México: la deforestación de áreas prístinas dentro de los países más pequeños como Honduras y Guatemala, no preparados para una afluencia de drogas.

La cocaína y la deforestación

Hay una creciente evidencia de una correlación entre el narcotráfico y la de-forestación en América Central en la actualidad. Después de 2006, las OTD’s eligieron sus nuevas rutas comerciales con cuidado. Ellos se aprovecharon de las fronteras forestales remotas de la región de Petén de Guatemala y el este de Honduras, que están escasamente pobladas, con una presencia mínima del Estado, en donde los actores locales no tienen una voz fuerte. En este caso, el informe de Science sugiere que el narcotráfico ha agravado los problemas ya existentes, como un gobierno débil, contradictorios regímenes de propiedad, altos niveles de pobreza, la tala ilegal y la expansión agrícola e industrial.

El estudio utilizó datos de un informe de la Organización de Estados Americanos de 2013, titulado Narcotráfico en las Américas, para correlacionar la pérdida de bosques con el número de movimientos primarios de cocaína en tres departamentos afectados en el este de Honduras: Gracias a Dios, Colón y Olancho. En conjunto, esta área abarca cerca de 50,000 kilómetros cuadrados, aproximadamente el 44 por ciento de todo el país de Honduras. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) reporta un total de 52 pistas clandestinas detectadas por las Fuerzas Armadas de Honduras, en los meses de Febrero y Marzo de 2012, solamente en estos tres departamentos.

Los datos exactos, sin embargo, son difíciles de recoger en lo que respecta al tráfico de drogas, mediatizado por el riesgo inherente a los observadores en las narco- zonas, así como los altos niveles de las actividades ilegales y la violencia asociada con el tráfico de narcóticos.

Pero el informe de la UNODC encontró que los movimientos principales de la cocaína se produjeron tanto por mar como por aire e incluyeron eventos detectados por el radar, cargamentos interceptados por las autoridades y los fiables informes de inteligencia que fueron confirmadas por los arrestos.

La pérdida de bosques en el este de Honduras se descubrió que ha aumentado casi siete veces desde 2007 hasta 2011, con un incremento de cinco veces en los correspondientes movimientos primarios de cocaína.

"Cuando los narcotraficantes se mudaron" informó Kendra Sweeney, autora principal del estudio, quien ha pasado más de 20 años de trabajo en Honduras, "trajeron la devastación ecológica con ellos"

Los centros de drogas afectan a los Bosques y a la Gente

Los científicos identificaron tres mecanismos por los que la pérdida de bosques se produce poco después de la creación de un centro de drogas. En primer lugar los bosques son acribillados por las carreteras y pistas de aterrizaje clandestinas para recibir los envíos primarios de la cocaína.

Por ejemplo, en 2011, la UNESCO incluyó la Reserva de la Biosfera de Río Plátano en Honduras, que es un Patrimonio Mundial, en peligro por la alta presencia del narco, como lo demuestran los múltiples pistas de aterrizaje ilegales repartidos por todo el parque.

Surge el segundo factor que, debido a la lejanía de estos sitios y fronteras débiles, son repentinamente inundados de armas y dinero en efectivo.

"Me han abordado personas que querían cambiar billetes de 20 dólares en los lugares donde el efectivo es muy escaso y los dólares no son la moneda normal. Cuando esto comienza a suceder, usted sabe que los narcos están allí", dijo McSweeney en un comunicado de prensa.

Los pequeños propietarios indígenas, denominados "defensores clave de los bosques" en el estudio, se encuentran desposeídos de sus tierras e impotentes frente a tanto dinero.

Por último, los beneficios del tráfico de drogas no se pueden declarar como ingresos y por lo tanto deben ser lavados. Los Cárteles de la droga a menudo tratan de evitar esto mediante la compra de tierras remotas, lo que les permite convertir el dinero de la droga en propiedades privadas legalizadas sin dejar un rastro. Los ranchos grandes, o los narco-estados formados por la deforestación, a menudo se disfrazan bajo la máscara de la agricultura y las plantaciones de palma aceitera. Los títulos de propiedad son falsificados, los funcionarios gubernamentales sobornados y en última instancia, esas tierras se convierten en propiedades legales cuando incautas corporaciones legítimas compran a "la gente" como una inversión agrícola.

"El resultado", concluyen los autores en su artículo, "es (la) conversión permanente de los bosques hacia la agricultura"

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Imagen  White Powder vía Shutterstock