Chernóbil: treinta años después.

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No son sólo las personas, los animales y los árboles que sufren de la radiación de Chernóbil, escribe Rachel Nuwer, sino también hongos y microbios degradadores. Y con la acumulación de madera muerta viene el riesgo de incendios catastróficos, que podría propagarse la radiación a lo largo y ancho. Casi 30 años han pasado desde que la planta de Chernóbil explotó y provocó un desastre nuclear sin precedentes. Sin embargo, los efectos de esa catástrofe todavía están presentes. Aunque no hay personas viviendo en las extensas zonas de exclusión alrededor del epicentro, los animales, los árboles y otras plantas aún muestran signos de envenenamiento por radiación. Las aves alrededor de Chernóbil tienen cerebros considerablemente más pequeños que los que viven en zonas libres de radiación. Los árboles crecen más lentamente y hay menos arañas e insectos viviendo ahí, incluidas las abejas, mariposas y saltamontes. Además, los animales de caza como el jabalí capturados fuera de la zona de exclusión, incluyendo algunos en zonas tan lejanas como Alemania, siguen mostrando niveles anormales y peligrosos de radiación.

No son sólo las personas, los animales y los árboles quienes sufren de la radiación de Chernóbil, escribe Rachel Nuwer, sino también hongos y microbios degradadores. Y con la acumulación de madera muerta viene el riesgo de incendios catastróficos, que podrían propagar la radiación a lo largo y ancho. Casi 30 años han pasado desde que la planta de Chernóbil explotó y provocó un desastre nuclear sin precedentes. Sin embargo, los efectos de esa catástrofe todavía están presentes.

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Aunque no hay personas viviendo en las extensas zonas de exclusión alrededor del epicentro, los animales, los árboles y otras plantas aún muestran signos de envenenamiento por radiación.

Las aves alrededor de Chernóbil tienen cerebros considerablemente más pequeños que los que viven en zonas libres de radiación. Los árboles crecen más lentamente y hay menos arañas e insectos viviendo ahí, incluidas las abejas, mariposas y saltamontes.

Además, los animales de caza como el jabalí capturados fuera de la zona de exclusión, incluyendo algunos en zonas tan lejanas como Alemania, siguen mostrando niveles anormales y peligrosos de radiación.

El daño al ecosistema aumenta

Sin embargo, hay cuestiones aún más fundamentales que tienen lugar en el medio ambiente. Según un nuevo estudio publicado en Oecologia, los degradadores (organismos como microbios, hongos y algunos tipos de insectos que impulsan el proceso de decadencia) también han sufrido la contaminación.

Estas criaturas son responsables de un componente esencial de cualquier ecosistema: el reciclaje de la materia orgánica en el suelo. Los autores del estudio piensan que problemas tan básicos como estos en un proceso de este tipo podrían tener efectos agravantes en todo el ecosistema.

El equipo decidió investigar esta cuestión, en parte debido a una peculiar observación de campo: "Hemos llevado a cabo investigaciones en Chernóbil desde 1991 y hemos notado una importante acumulación de basura en el tiempo."

Chernóbil: Donde hasta los árboles se petrificaron

Por otra parte, los árboles en el famoso Bosque Rojo, un área donde todos los árboles de pino se volvieron de un color rojizo y murieron poco después del accidente, no parecen estar en decadencia, incluso 15 o 20 años después de la crisis.

"Aparte de unas cuantas hormigas, los troncos de los árboles muertos permanecieron en gran parte ilesos cuando los encontramos", dice Timothy Mousseau, biólogo de la Universidad de Carolina del Sur, Columbia, y autor principal del estudio.

"Fue sorprendente, teniendo en cuenta que en los bosques donde yo vivo, un árbol caído es mayormente aserrín después de una década de estar tumbado en el suelo."

Al preguntarse si ese aumento aparente en las hojas muertas en el suelo del bosque y los árboles de pino petrificados eran indicativo de algo más grande, Mousseau y sus colegas decidieron hacer algunas pruebas de campo.

Lea más en  The Ecologist.

Imagen Chernobyl Nuclear Power Plant, 2012 vía Shutterstock